"La Naranja Mecánica", de Stanley Kubrick
Lo que pueda decirse de "La Naranja Mecánica", una obra maestra que ha sido revisada durante más de treinta décadas, no es nuevo, pero esto no significa que el filme siga siendo un referente absoluto para el cine actual. Lo que se pretende es redescubrir "La Naranja…" desde el punto de vista de la estética y el sonido, ambos aspectos esenciales de la obra de Stanley Kubrick como en "2001: Odisea al espacio" y "Ojos bien cerrados" por citar unos ejemplos, pero que aquí encuentran su apogeo.
La historia está basada en la novela homónima de Anthony Burgess y se utiliza el Nadsat, una mezcla de ruso, inglés y jerga juvenil que hablan Alex Delarge y sus droogos. Este destaca desde la primera escena donde se presenta el narrador (Alex) con la mirada fría y fija, luego se contempla el Koroba Bar con sus esculturas de mujeres desnudas que sirven leche con drogas a través de sus pezones y forman parte del ritual del grupo. Desde este momento se nota el rol fundamental que juega la estética cargada de elementos de la cultura pop, a ratos minimalista y a ratos barroca, símbolos de una sociedad de consumo en crisis.
La casa de Alex es un ejemplo claro del contraste estético de la idea de sociedad del filme y la contradicción con la idea de libertad que se plantea a través del protagonista como un individuo enfermo del sistema, en vez de considerarlo como la víctima de una sociedad enferma. La decoración vanguardista del pequeño hogar de la familia Delarge, el minimalismo pop, los colores fuertes, como los de las pelucas de la madre, dan cuenta de unos padres ignorantes que aspiran a la burguesía y se sobrecargan de objetos inútiles mientras que el edificio municipal donde viven se cae a pedazos y el gran mural del hall, símbolo de una grandiosidad ya perdida, se llena de rayados y basura a sus pies. Es la idea de la burbuja en una sociedad en crisis.
Para demostrar la maestría que alcanza la utilización de los recursos fílmicos se pueden observar tres ejemplos claves donde la acción calza con la música en una orquestación que raya en la perfección. "The thieving Magpie" de Gioachino Rossini acompaña una de las secuencias iniciales del encuentro de Alex con Billy Boy y su grupo en un viejo teatro abandonado, cuando estos últimos se prestaban a violar a una joven mujer sobre el escenario. La riña no se hace esperar y la música destaca el sin sentido de la ultra violencia con un tono alegre que incita al humor negro, el in-crescendo de la melodía da paso a las más desopilantes piruetas: sillas que se revientan en las cabezas, vidrios que vuelan, y un cuerpo que es arrojado al pozo del escenario. Después baja la intensidad y huyen de la policía en un auto a mucha velocidad mientras se escuchan notas lúdicas y finalmente llegan a la casa de un escritor a quien Alex golpeará mientras canta “Singing in the rain” para luego violar a su mujer.
La violencia exagerada que se aprecia a lo largo de todo el filme, no es ni accidental ni sin sentido. Esta, se muestra como una consecuencia de una sociedad violenta, corrupta y donde la pérdida de la razón a causa del consumo ha creado monstruos capaces de enormes atrocidades con una gran sonrisa en el rostro. La música original para la película compuesta por Walter Carlos ayuda a crear esta sensación en el espectador.
A lo largo de la película otra escena deja clara la reciprocidad entre la música y las escenas, cuando Alex llega a casa y pone la novena sinfonía de Ludwig van Beethoven, se logra un complemento de los elementos estéticos y de montaje perfecto. Cabe destacar que Kubrick se caracteriza por cargar sus películas de elementos simbólicos, en este caso una serpiente que se mete en el sexo de una mujer desnuda en la pared y abajo cuatro cristos en una irreverente pose de baile (una escultura de Herman Makkink) completan el cuadro que da paso a la idea del pecado original. Estos símbolos cobran vida y bailan con la sinfonía, cada tiempo musical da paso a un primerísimo primer plano de los cristos, las heridas, la corona, la sangre, después al bajar la tensión musical aparece Alex como narrador solo el tiempo necesario para que la música vuelva a ser protagonista y la acompañe una vertiginosa seguidilla de imágenes: el dibujo de Beethoven en la pared, una ahorcada, explosiones, él como vampiro, erupciones, más vampirismo y derrumbes.
En otra escena, luego de seducir a dos mujeres jóvenes en una vanguardista tienda de música Alex las lleva a su hogar, aquí la música de Gioachino Rossini "Guillermo Tell", que se acostumbra a escuchar en las carreras de caballos, da paso a un montaje acelerado de una orgía vista desde un plano general fijo en la habitación de Alex. El flujo de acciones con la velocidad de la canción forman en conjunto una escena que ya forma parte del imaginario colectivo de una generación.
Con la Novena de Beethoven de fondo, Alex asesina a la mujer de los gatos utilizando una escultura en forma de falo gigante, (también de Herman Makkink). El constante uso de planos abiertos da paso al protagonismo de los distintos elementos en escena, como los cuadros de mujeres aquí, en el Koroba Bar y en su hogar. Luego de este encuentro, el protagonista y líder de la pandilla sufre la traición de sus droogos, quienes lo dejan herido a merced de la policía.
En la segunda parte del filme, la ultra violencia ejercida de forma desmedida en un comienzo es devuelta hacia Alex a través del sistema penitenciario, la ciencia, sus víctimas y sus antiguos amigos. Pero todo esto sucede luego de que Alex es sometido a la técnica Ludovico, un método de curación experimental para estar impelido al bien. El verdadero costo de este experimento es solo calculado por el capellán de la prisión alertando a Alex de su elección: "La pregunta es: si esta técnica realmente hace o no a un hombre bueno. La bondad viene de adentro, se escoge. Cuando uno hombre no puede escoger, deja de ser un hombre".
Que la única voz cuerda y que se cuestione los alcances de los métodos de control sea la de un religioso, que atormenta a los criminales con la idea del infierno, es una señal inequívoca de que algo está mal en la sociedad. De hecho, su reflexión se comprueba hacia el final del filme, cuando Alex, queda en manos del escritor que él mismo dejó en silla de ruedas. Él se entera de que uno de los efectos secundarios de la técnica Ludovico es que las mismas nauseas que sentía por los actos violentos y sexuales también las sentía con la Novena Sinfonía, ya que era la música de fondo de las imágenes que formaban parte del tratamiento y decide vengarse. Al estar inhabilitado de escoger, al ser un sujeto privado de la libertad de volver a ser el mismo, opta por no ser.
Ficha Técnica:
Director: Stanley Kubrick
Productor: Stanley Kubrick para Hawk Films Ltd./Polaris Prod./Warner Bros.
Guión: Stanley Kubrick, según la novela de Anthony Burgess
Fotografía: John Alcott
Música: Wendy/Walter Carlos, Rachel Elkind, Sir Edward Elgar, Gioacchino Rossini, Ludwig van Beethoven, Henry Purcell, Nikolai Andreevich Rimsky-Korsakov; canción "Cantando bajo la lluvia" de Nacio Herb Brown
Montaje: Bill Butler
Diseño de producción: John Barry
Intérpretes: Malcolm McDowell (Alex De Large), Patrick Magee (Mr. Alexander), Michael Bates (jefe de guardas Barnes), Warren Clarke (Dim), John Clive (actor teatral), Adrienne Corri (Mrs. Alexander), Carl Duering, Paul Farrel, Clive Francis, Michael Gover, Miriam Karlin, James Marcus, Aubrey Morris, Anthony Sharp, David Prowse…
Nacionalidad y año: RU, 1971
Duración y datos técnicos: 137 min. color-b/n